quinta-feira, 26 de abril de 2018

A Inacabável Cruzada


Armando Romanelli de Cerqueira © Don Quijote 



«Caballero que hizo reír a todo el mundo, pero que nunca soltó un chiste. Tenía el alma demasiado grande para parir chistes. Hizo reír con su seriedad.»
 Miguel de Unamuno

(…) ¿no crees que se podría intentar alguna nueva cruzada?
Pues bien, sí; creo que se puede intentar la santa cruzada de ir a rescatar el sepulcro de Don Quijote del poder de los bachilleres, curas, barberos, duques y canónigos que lo tienen ocupado. Creo que se puede intentar la santa cruzada de ir a rescatar el sepulcro del Caballero de la Locura del poder de los hidalgos de la Razón.
(…) Y esta santa cruzada lleva una gran ventaja a aquellas otras santas cruzadas de que alboreó una nueva vida en este viejo mundo. Aquellos ardientes cruzados sabían dónde estaba el sepulcro de Cristo, dónde se decía que estaba, mientras que nuestros cruzados no sabrán dónde está el sepulcro de Don Quijote. Hay que buscarlo peleando por rescatarlo.
(…) Empieza, pues, amigo, a hacer de Pedro el Ermitaño y llama a las gentes a que se te unan, se nos unan, y vayamos todos a rescatar esse sepulcro que no sabemos dónde está.
Verás cómo así que el sagrado escuadrón se ponga en marcha aparecerá en el cielo una estrella refulgente y sonora, que cantará un canto nuevo en esta larga noche que nos envuelve, y la estrella se pondrá en marcha en cuanto se ponga en marcha el escuadrón de los cruzados, y cuando hayan vencido en su cruzada, o cuando hayan sucumbido todos –que es acaso la manera única de vencer de veras–, la estrella caerá del cielo, y en el sitio en donde caiga allí está el sepulcro. El sepulcro está donde muera el escuadrón.
Y allí donde está el sepulcro, allí está la cuna, allí está el nido. Y allí volverá a surgir la estrella refulgente y sonora, camino del cielo.
(…)¿Qué quieres decir com esto? –me preguntas más de una vez–. Y yo te respondo: –¿Lo sé yo acaso?
İNo, mi buen amigo, no! Muchas de estas ocurrencias de mi espíritu que te confío ni yo sé lo que quieren decir, o, por lo menos, soy yo quien no lo sé.
(…) En marcha, pues. Y ten en cuenta no se te metan en el sagrado escuadrón de los cruzados bachilleres, barberos, curas, canónigos o duques disfrazados de Sanchos. No importa que te pidan ínsulas; lo que debes hacer es expulsarlos en cuanto te pidan el itinerario de la marcha, en cuanto te hablen de programa, en cuanto te pregunten al oído, maliciosamente, que les digas hacia dónde cae el sepulcro. Sigue a la estrella. Y haz como el Caballero: endereza el entuerto que se te ponga delante. Ahora lo de ahora y aquí lo de aquí.
İPoneos en marcha! ¿Que adónde vais? La estrella os lo dirá: İal sepulcro! ¿Qué vamos a hacer en el camino mientras marchamos? ¿Qué? İLuchar!
(…)İEn marcha, pues! Y echa del sagrado escuadrón a todos los que empiencen a estudiar el paso que habrá de llevarse en la marcha y su compás y su ritmo. Sobre todo, İfuera con los que a todas horas andan con eso ritmo! Te convertirían el escuadrón en una cuadrilla de baile, y la marcha en danza. İFuera con ellos! Que se vayan a outra parte a cantar a la carne.
Esos que tratarían de convertirte el escuadrón de marcha en cuadrilla de baile se llaman a sí mismos, y unos a los otros entre sí, poetas. No lo son. Son cualquier outra cosa. Esos no van al sepulcro sino por curiosidad, por ver cómo sea, en busca acaso de una sensación nueva, y por divertirse en el camino. İFuera com ellos!
Esos son los que com su indulgencia de bohemios contribuyen a mantener la cobardía y la mentira y las miserias todas que nos anonadan.
(…) Procura vivir en continuo vértigo pasional, dominado por una pasión cualquiera. Sólo los apasionados llevan a cabo obras verdaderamente duraderas y fecundas.
(…) Te consume, mi pobre amigo, una fiebre incesante, una sed de océanos insondables y sin riberas, un hambre de universos, y la morriña de la eternidad. Sufres de la razón. Y no sabes lo que quieres. Y ahora, ahora quieres ir al sepulcro del Caballero de la Locura y deshacerte allí en lágrimas, consumirte en fiebre, morir de sed de océanos, de hambre de universos, de morriña de eternidad.
Ponte en marcha, solo. Todos los demás solitarios iran a tu lado, aunque no los veas. Cada cual creerá ir solo, pero formaréis batallón sagrado: el batallón de la santa e inacabable cruzada.
[UNAMUNO, 2005: 142-151]

Armando Romanelli de Cerqueira © Don Quijote (1974)


REFERÊNCIA BIBLIOGRÁFICA
UNAMUNO, Miguel de. Vida de Don Quijote y Sancho. Madrid: Catedra – Letras Hispanicas, 2005, 6ª ed., pp. 544. ISBN 84-376-0736-1

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